En origen, la piel sufre de comezón y se forman unas líneas rojas muy finas que son los vasos sanguíneos que quedan tapados por la malla del tejido dañado, debido al daño que sufre la piel cuando se estira.

En una segunda fase se alargan y en este punto se muestran con la superficie hundida y con la epidermis ligeramente plisada en forma de pequeños surcos.
